Sunday, September 01, 2013

Embajador del miedo.

Por mas bellas que sean las calles de Córdoba, cuando estan vacias, son siempre oscuras.
Un monstruo nace, de manera irreversible, cuando su triste fama lo legitima en el mundo de la leyenda.
Yo, para colmo con esta locura que acarreo sin remedio, ya no se en que mundo estoy ahora.
Por eso creo vehementemente lo que dice mucha gente, que te han visto, que no te pegaste un tiro en la cabeza acorralado por la policía, una escena montada para fabricar un final feliz. Fue un rito de horror, de iniciación y de entrada en el infierno.
Lamentablemente, no te fue difícil encontrar la entrada, sabemos que entre el infierno y este mundo hay una irremediable relación de porosidad.
Por eso estas allí; también estás acá.
Por eso creo que te he visto, cruzando el otro día, a la mañana, por la plaza. ¿ Donde más? que otro sitio mas acogedor y peligrosamente traicionero...
Agachaste la cabeza. Seguiste tu camino.
Y aunque  hoy ya no puedas estropear mas vidas, te me apareces caminando con la cabeza baja ocultando tu rostro. Pero esa manera de caminar, como miras a alguna chica que pasa... eso te delata.
Que título te habremos dado despues de la muerte. ¿ Sos acaso el embajador del miedo?
Seguro, su peligrosísima exelencia: El violador.
Algunos dicen que te aburren las escasas calles de tu lejano pueblo, donde todos creen que tu alma quedo atrapada buscando una paz inmereceida, y que de vez en cuando, aburrido de ese estado de santidad mezclado con leyenda suburbana, empujas a algún ciclista confiado y desprevenido debajo de un camión.
Pero para vos no hay nada como la ciudad.
Te venís sentado en los techos de los colectivos, te bajas otra vez en la terminal, corres saltando de a dos, tres escalones el Coniferal y das un par de vueltas por el parque. Es entonces cuando un inesperado viento gélido deja vacío todo el parque en cuestión de minutos.
Aunque no lo digan, Ellas Son las primeras que te presienten. Por eso llegan angustiadas a sus casas. No saben porqué. No hablan. Lloran en silencio, se agitan, se bañan desesperadamente. Se acuestan y no se animan a abrir sus ojos en la oscuridad, o a dormirse.
Siguen temiendo. No saben porqué.
Y vos caminas Nueva Córdoba un par de horas, pero encontrás todo tu territorio transformado: los baldíos tapiados, las calles iluminadas, y mas gente. Gente nueva que nunca te tuvo miedo. Te aburrís otra vez y te volvés al pueblo.
Todo te termina aburriendo, no sabes cuando vas a volver.
La próxima vez, tu próximo paseo, tal vez sea a otro lugar; donde sea difícil presentir tu halo de terror.

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