Wednesday, June 02, 2010

Mi crueldad.

Lo mire con algo de distancia y lo toque, desde lejos, con ese dejo de tristeza que siento, que creo, tengo hace muchos años remachada.
El estaba confundido, queria salir del edificio, queria escapar de la compasion estupida que no lo dejaba morir en paz.
Su cuerpo ya se habia preparado con el baño purpureo de la muerte.
Agitado, no queria asistencia, solo queria ver el sol antes de morir.
Del lado de los seres humanos, un fin practico, quizas la higiene, pero mas seguramente el horror a la muerte, patrimonio indiscriminado de humanos y animales, le abrio la puerta de salida.
Se fue a agonizar para otra parte.
Odienme, pero en ningun momento pense en ayudar a " salvarle la vida".
Solo imagino que al entrar a sus pulmones los ultimos centimetros de aire, se haya visto corretando por el parque junto a los demas perros, mordiendose, arrancandose a pedazos girones de cuero y vida, lamiendose mechones de felicidad canina hasta el hartazgo y saltando en la desesperacion festiva del celo interminable de una primavera que ya no vera jamas.
Y que muriera, si es que los perros pueden tenerla, en paz.
Y aunque hoy todavia lo esten buscando para darle pedazos de carne podrida, el se rie y se rasca desde el verdadero cielo, el de los seres que no conciben el engaño, dejando caer sobre todos nosotros su sarna como semillas de libertad.
Para la que, lamentablemente, los humanos tenemos los mas pateticos anticuerpos.